SUICIDIO
Fotografía: Gabriel Asensio
Estigma.
Tabú.
Catarsis.
Reconstrucción del cuerpo y el alma...
Estado nervioso.
Esa sensación nerviosa, pero nervios desagradables, esos nervios que se sienten ante una situación incómoda o tóxica.
De repente, un día reconoces qué o quién te causa ese estado nervioso, esos nervios provocados por algo o alguien concreto, muy probablemente sea alguna situación concreta provocada por alguien concreto (un individuo o varios).
Insultos, gritos, mal ambiente; sientes presión o te sientes forzado a reaccionar de cierta manera; no eres tu.
Situaciones que producen nervios y miedo. Tiemblas.
Por suerte, cuando te alejas de esa situación, los nervios cesan y te relajas, relativamente. Dejas de temblar.
Primeras experiencias de acoso escolar o laboral, situaciones incómodas a causa del racismo, homofobia, xenofobia, machismo, etc.
Primeras experiencias desagradables, probablemente durante la infancia y sobre las que la mente, con su enorme poder, ha borrado de tu memoria por puro instinto de supervivencia.
Estrés nervioso.
Exposición repetida a esa situación que te provocaba un estado nervioso y temor. Exposición repetida y prolongada. Y tiemblas.
La situación se convierte en algo habitual y antes de que ocurra, intuyes que va a pasar. Y tiemblas.
El estado nervioso se prolonga más allá de que la situación haya acabado. Y no dejas de temblar.
Presentas "tics" en los párpados en el momento más estresante o no, puede ocurrir en cualquier momento; episodios de hiperventilación pulmonar que consigues controlar sin dificultad. Presión leve en el pecho. Y tiemblas.
Este nivel superior al simple nerviosismo puede ser provocado por la misma situación que te provocaba nervios y/o miedo, pero tal vez, si el estado nervioso lo podía sufrir siendo niño/a/e, este nivel puede tener lugar en la adolescencia o posteriormente.
El mundo laboral, escolar o de estudios en general, o tal vez tu entorno cercano, o no tan cercano... Muy probablemente ahora mismo ni siquiera reconozcas aún el problema raíz. Y tiemblas.
Estrés general.
Estrés avanzado.
Este es el momento en que el estado de nerviosismo ya pasa a ser casi constante, junto con "tics" en los parpados durante tiempo prolongado, lo que te lleva a un mayor estado de nerviosismo e incomodidad. Y tiemblas.
Tal vez ya te cueste conciliar el sueño y además, controlar esos episodios de hiperventilación ya no sea tan fácil, probablemente acudas al médico y, probablemente te prescribirá alguna medicación que te ayude a conciliar el sueño y, muy probablemente no tomes esa mierda de medicación porque no quieres pasar el día medio dormido o simplemente tienes miedo a engancharte a esas pastillas que muy probablemente sean benzodiazepinas.
Todo probabilidades, posibilidades que pueden ser o no ser, para cada caso las mismas.
Si te viene la idea a la cabeza, probarás infusiones y otros remedios naturales para relajarte y dormir bien, pero olvídate, no van a funcionar, lo que empieza a tronar dentro de tu cabeza ya es mucho más poderoso que esas hierbas relajantes.
Este nivel de estrés puede prolongarse mucho en el tiempo, meses o tal vez años. Es lógico no asociarlo a esos episodios iniciales de nerviosismo porque muy probablemente eso fue hace ya mucho tiempo, pero también muy probablemente la situación estresante actual se parezca a aquella y el subconsciente la relacione, pero no tu. El subconsciente es mucho más inteligente que nosotros mismos. Y tiemblas.
Desprecios, discriminación, rechazo, humillación y toda una serie de tratos que podrían denominarse como violencia. Si, humillar a alguien o menospreciar sus acciones o trabajo es un tipo de violencia o, simplemente que alguien te recuerde a diario que está por encima de ti y tu por bajo su poder. Abuso de poder. Acoso. Y tiemblas.
Esa necesidad repugnante de decir las cualidades negativas de algo o alguien, enmascarándolo detrás del hecho de ser sincero. Sacar solamente los defectos de algo o alguien que, por contra, puede estar ahí después de episodios o caminos y esfuerzos inimaginables.
Todos estamos donde estamos tras un camino pasado que nunca se ve.
Episodios de ansiedad.
Después, tal vez mucho tiempo después, comiences a presentar episodios de ansiedad. No son tan fáciles de controlar. Y tiemblas.
Hiperventilación pulmonar más intensa, que te obliga a retirarte, mirarte al espejo extrañado, mojarte la cara y permanecer un rato mirándote en el espejo, muy cerca de él, mirando cómo corren las gotas de agua por tu rostro, observando el extraño color de tus ojos en esa ocasión, porque te parecerá distinto al habitual, tal vez más grisáceo. Y tiemblas.
Te sientes obligado a parar 5 minutos, de repente ese espejo es tu refugio.
Te da pánico, no miedo, enfrentarte a ciertas personas, a ciertas situaciones.
Puede que en este momento ya llores, aunque no mucho, no puedes permitírtelo porque volverás con los ojos rojos y te lo notarán, pensamiento que te provoca mayor congojo. Y tiemblas.
Este es el momento clave, al menos lo fue para mí. Momento clave para pedir ayuda, manifestar que te estás viendo en una situación demasiado incomoda como para poder afrontarla, porque acabas de darte cuenta de que tienes un problema, acabas de darte cuenta, pero... ¿Cómo vas a decir eso? Se reirían de ti, más aún, de manera que decides que debes afrontarlo tu y sin nadie más, y que si has de llorar, será en casa, a solas.
Probablemente, esos cinco minutos de encerramiento frente la espejo ocurran sólo una vez al día con suerte, el hecho de llorar lo guardas para cuando estés en casa, tal vez por la noche, una vez ya en la cama que es cuando los dragones de tu mente acuden, vuelven, aparecen, sobrevuelan tu mente, tus ideas, tu corazón se encoge. Y tiemblas.
Estado de ansiedad.
Episodios de ansiedad diarios.
Episodios más habituales frente al espejo.
Episodios de llanto desconsolado frecuentes, aunque los demás puedan notarlo ya no te importa tanto, explotas. Y tiemblas.
Ya hace tiempo que los "tics" en los párpados cesaron, ese nivel de estrés o nerviosismo ya quedó muy atrás, ahora hablamos de algo mucho peor.
Dragones volando entre tormentas dentro de tu cabeza, de repente eres una persona pesimista, pensamientos negativos constantes, aunque intentas disimular y alguna vez sonríes.
¿Has llegado al momento de tener que encerrarte en algún sitio por la necesidad de aislarte durante un buen rato?
¿Ya te has tumbado en el suelo con las piernas en alto porque sentías mareos debidos a una gran hiperventilación pulmonar?
¿Ya has comenzado a contestar desagradablemente a la gente?
¿Ya te has enfrentado desafortunadamente al problema o la persona que te provoca esa situación? Porque tiemblas, pero has llegado a tal punto de malestar interno que decides enfrentarte, pero de la manera mas desafortunada posible.
Cuidado, esta situación actual te está matando, pero hay otras situaciones pasadas, alejadas en el tiempo, que vienen matándote hace mucho tiempo y no lo sabías o tal vez, no lo recuerdes.
¿Has vuelto a acudir al médico? Sí, ¿verdad?
¿Has decidido tomarte esa medicación para dormir que te espantaba y no querías tomar? Sí, ¿verdad?
Lo siento, es demasiado tarde para tomar pastillas para dormir, el problema ahora no es conciliar el sueño.
Los dragones vuelan a sus anchas dentro de tu cabeza y ya son muchos... y escupen fuego, mucho fuego. Y tiemblas.
Estado de ansiedad avanzado.
Sientes dificultad para levantarte por las mañanas.
Te vas muy tarde a la cama, porque sin duda, es el peor momento del día.
Cuando te duermes, es por puro agotamiento.
¿Piensas ya en buscar excusas para no acudir al trabajo o centro de estudios? Sí, ¿verdad?
Que raro todo, ¿verdad? Sobre todo ese color de ojos que antes sólo veías esos cinco minutos en el baño, más grisáceo, y ahora es permanente, igual que las ganas de llorar y sí, de gritar también.
¿Ya has golpeado la puerta o la pared con el puño? Espero que no te haya dolido mucho.
O tal vez hayas dado un puñetazo al equipo de música de tu coche y lo hayas roto, y tu mano acabó sangrando, duele mucho, pero nada comparado al dolor del alma, el dolor del corazón.
Rabia, dolor, importancia, tristeza y desesperación. Y tiemblas.
Te encierras en casa, no quieres ver a nadie. Y tiemblas.
El médico casi ni te hace caso, con suerte te prescribe algún ansiolítico leve, pero esta vez si te los piensas tomar, tomas lo que sea con tal de que no duela.
Otra indiferencia que te duele, en este caso de tu propio médico, porque ni el mismo profesional te entiende.
Vas a tener suerte si no intenta ser experto diciendo: "asume la realidad y deja de venir al médico para ésto", o algo parecido.
Duele, duele mucho, pero tu entorno sigue oscureciéndose. Y tiemblas.
No se cuánto tiempo aguantarás así sin caer más hondo, el estado de ansiedad avanzado se mezclar con el siguiente, así que no suele ser mucho tiempo.
Depresión.
Fase aguda y peligrosa. Tal vez, finalmente tu médico decida derivar tu caso a salud mental, nos vamos a la consulta de psiquiatría. ¿Qué hago yo aquí? Y tiemblas.
Cambia de médico y solicita acudir a Salud Mental, te prescribirán otra medicación, antidepresivos y te citaban cada 3 meses para preguntar cómo te esta sentando la medicación, nada de tratar el problema raíz, de eso olvídate, aunque sí te realizarán una breve encuesta para que intentes decirles el motivo de tu estado, si es que consigues reconocerlo.
Tal vez ya has pensado como sería el mundo sin ti, esto también te lo preguntarán en psiquiatría, se te ha pasado la idea por la cabeza, no puedes mentir en ese sentido. Y tiemblas.
Puedes no haber pensado en suicidarte, o tal vez lo has pensado pero no te atreves, sin embargo, si piensas que probablemente, no harías nada por evitar morir, es como si te diera igual, no te importa.
Llegar a este estado es grave, muy grave, un trastorno mental derivado de situaciones que se podrían haber evitado, si supiéramos algo, solo era necesario un poquito de inteligencia emocional y empatía, pero no está de moda.
Dolor, lágrimas, angustia e impotencia. Y tiemblas.
Soledad, en tu habitación, por las calles, nada acogedoras en estos casos, pero te sirven de refugio durante un rato. Y tiemblas.
¿Por qué nadie se da cuenta de que estoy mal?
¿Por qué nadie me tiende la mano?
Nadie tiene por qué darse cuenta, porque además te reservas y te encierras en ti y no manifiestas cómo te sientes realmente, así que no se van a dar cuenta.
Pedir ayuda es la clave para recibir esa mano, entiendo que no lo hagas, yo tampoco lo hice.
Suicidio.
Esta será la última fase. No hay más. Ya no tiemblas.
Sinceramente, espero de todo corazón que lo hayas arreglado antes de llegar a este punto.
Acude a tu médico las veces que hagan falta, pide auxilio y solicita acudir a salud mental, conseguirán estabilizarte emocionalmente, medicación, sí, pero tienes que llegar más allá, esa no es la solución al problema.
El problema has de solucionarlo desde la estabilidad mental que te proporciona esa medicación, con ayuda, terapia, con alguien que te proporcione herramientas, que te enseñe cómo puedes obtener soluciones y todo saldrá bien. Te lo prometo.
Quien ha sufrido o quien ha pasado por este tipo de situaciones es, seremos, carnaza de recaídas, no es cuestión de debilidad, es cuestión de saber gestionar, y eso sí se puede aprender.
Todo lo descrito en esta entrada no está basado en ningún artículo, no está basado en conocimientos médicos, no esta basado en opiniones profesionales.
Todo lo descrito en esta entrada está basado en experiencia y observación, y puede alejarse o acercarse a la realidad en función de los ojos que lo lean.
Todo lo descrito en esta entrada es un intento dar visibilidad y voz a una situación que no se puede seguir escondiendo. No podemos seguir echando arena sobre este tipo de asuntos medico-sociales. No podemos seguir ahogando personas así. No podemos seguir dejando morir.
Empatía y generosidad moral.
Porque podemos tener alas sin ser ángeles,
podríamos volar alto por tristeza o por amor
pero nunca deberíamos sentir tanto dolor,
mi amor, mi luz, mi color, espero que vueles.
Se puede sobrevivir.
Comentarios
Publicar un comentario