TRILOGÍA SOBRE EL AMOR. Capítulo 5.
Me tumbaron en la cama boca abajo y creo que… me besaron, lamieron y mordieron por todo el cuerpo, ya no podía distinguir quien era uno y quien era otro, pero me daba igual. Sus cuatro manos y dos bocas corrían por mi cuerpo despacio, sin detenerse y cuando se encontraban entre ellos se besaban, yo solo escuchaba el ruido que hacían sus bocas y la respiración de ambos.
Me dieron la vuelta, yo decidí colaborar en lo posible, pero me dejé hacer de todo lo que ellos quisieron, en ese momento me sentía tan excitado y a la vez relajado que dejé mi cuerpo a su merced completamente.
Me besaban, se besaban, me lamían, chupaban mis huevos, me metían su polla en la boca, me levantaban las piernas para lamerme el culo… una vez más yo me sentía en mi particular paraíso, era incapaz de pensar nada, mi cuerpo reaccionaba pero mi mente se detuvo como… toda una eternidad, fue como un trance de placer enorme para mí.
No me preocupaba lo más mínimo quien de ellos era quien, eran mis dos amores, aquello para mí era lo que siempre había fantaseado como sexo con amor.
Uno de ellos se sentó literalmente sobre mi entrepierna, soltando un gemido desde sus pulmones, por el que creí haberle reconocido, el otro me metió su polla en la boca.
Mi cuerpo reaccionó, mis manos agarraron el culo del que estaba encima, le di dos buenos azotes, pero el otro me cogió los brazos y me inmovilizó sin dejar vacía mi boca y yo, una vez más, me dejé llevar, no puse resistencia, pensé dominar durante unos segundos, pero ellos prefirieron utilizarme, inmovilizarme, aprovecharse de mi cuerpo y yo… yo no pude resistirme.
¿Quién hacía qué en cada momento? No lo sé, no me importaba, esos dos hombres me estaban haciendo lo que les apetecía y me estaban subiendo al cielo y volviéndome a bajar… subía y bajaba, subía y bajaba… y no paraba de gruñir, y ellos gemían y yo gruñía y ellos también y el sexo se volvió más duro por momentos. Creo que las subidas y bajadas eran para los tres por igual, estábamos los tres subidos sobre la misma nube, conectados completamente en todos los sentidos. Incluso las respiraciones se iban acompasando.
No sé cómo, ninguno de los tres supimos cómo, pero en una de esas subidas mis gruñidos avisaban de que si aquello no paraba, me iba a correr, pero lejos de parar, aceleraron, otro de ellos también comenzó a gemir más intensamente y aceleró y el tercero simplemente comenzó a gruñir más fuerte.
Nos corrimos los tres, los tres al mismo tiempo, los tres, los tres, nos corrimos los tres, los tres.
Cada uno dónde y cómo quiso. Mis dos amores, mis chicos. A mí se me estaba pasando una idea por la mente pero no quise decir nada. ¿Por qué? Por no cagarla, por no estropear ese momento, por miedo, por vergüenza, no lo sé, pero me callé. Mikel debió pensar exactamente lo mismo en ese momento, pero él si lo dijo:
“¿Queréis ser mis novios?”, dijo aún con la respiración entrecortada.
Era justo lo que yo estaba pensando. No sé aún si cuando dijo eso lo decía en serio o no, no le vi la cara, seguía estando todo a oscuras y además, ni siquiera había abierto los ojos… mi cuerpo solo se esforzaba por respirar. Pero supe reconocer su voz.
“Yo estaba pensando exactamente lo mismo”, dije yo.
“¿Eso es que si?”
“Soy vuestro”, dijo Fran.
“Yo también soy vuestro”, dije.
“Pues yo soy vuestro”, dijo Mikel.
No se aún a día de hoy si en ese momento empezó una relación, pero lo que estaba claro era que los tres nos gustábamos de igual forma, al parecer y eso me satisfacía enormemente, porque ya no me sentía tan extraño.
Nos quedamos los tres en silencio, callados, sin movernos, simplemente sintiendo el contacto de estar los tres juntos, desnudos, en la misma cama… desconcertante pero placentero y relajante a la vez.
Supongo que los tres nos quedamos pensando en lo bien que nos entendíamos y las palabras que acabábamos de decir, parecía que habíamos verbalizado un compromiso o al menos una intención. Yo lo pensaba, lo asumía y deseaba que ellos hicieran lo mismo, pero ninguno de los tres volvimos a sacar el tema.
Después de un rato, Fran se levantó, apagó las luces del salón y volvió a la cama con nosotros, se acomodó en medio, le abrazamos y simplemente nos dormimos. Nos quedamos dormidos. Me sentía tan a gusto esos segundos previos a quedarme dormido… Me sentía tan bien con ellos dos desde que les conocí…
No sé cuánto tiempo había pasado desde que me dormí, la habitación estaba completamente a oscuras y noté movimiento en la cama, era como un movimiento de ida y venida suave y lento y les escuchaba respirar.
Cuando mi mente volvió a mí y supe dónde y con quién estaba, me di cuenta y fui consciente que Fran y Mikel estaban follando allí mismo, pegados a mí, mientras yo dormía, intentaban no hacer ruido y hacerlo de forma muy suave para que yo no me despertara.
Yo estaba cansado y medio dormido, pero me excitó muchísimo la situación. No se dieron cuenta de que yo me había despertado, la habitación estaba muy oscura y yo ni me movía, me excitaba muchísimo notar como hacían eso pegados a mí, que lo hicieran intentando disimular y además ellos no sabían que yo era totalmente consciente de lo que estaban haciendo y hasta intuyendo la postura en la que lo estaban haciendo, tumbados los dos de lado, mirando hacia mí, Mikel a la espalda de Fran.
En un intento de no molestarme o no despertarme, se salieron de la cama y siguieron haciéndolo, dentro de la habitación, pero fuera de la cama. En ese momento solo les escuchaba, ya no era solo la respiración lenta, eran gemidos, pero perdí el control de cómo lo estaban haciendo, daba igual, seguía muy excitado escuchándoles mientras ellos creían que yo dormía.
Estuvieron unos minutos allí, en la habitación. Yo notaba como iban subiendo de intensidad, no solo por los gemidos, escuchaba perfectamente los choques de sus pelvis y cada vez le estaban dando más intensidad, si seguían así iba a ser muy descarado seguir fingiendo que dormía y tendría que despertarme y unirme a ellos, pero me excitaba mucho mi rol de voyeur.
Tomaron la decisión de irse al baño, vi como encendieron la luz y cerraron la puerta, e inmediatamente escuché los gruñidos y los golpes de cadera, me dio la impresión de que ya no disimulaban. Gemían, gruñían y se decían guarradas, en voz baja, pero les escuchaba perfectamente en medio del silencio de la noche, incluso algún que otro azote.
Tal y como yo estaba de excitado no podía volver a dormirme, así que mientras les escuchaba decidí coger saliva de mi boca y masturbarme. Ellos pensaban que yo dormía, yo les escuchaba follar mientras me tocaba en la cama; otra vez me encontraba en una situación extremadamente excitante para mí y cuando escuché que se estaban acercando a sus respectivos orgasmos, yo también me corrí.
Salpiqué la almohada, mi cara, el pecho… sorprendido de tal cantidad y tal potencia después de la tarde y la noche de sexo que habíamos pasado, pero el grado de morbo por la situación pudo conmigo y conforme acabé, me di media vuelta y volví a hacerme el dormido.
Acabaron a la vez que yo, escuché el grifo del lavabo un momento, les escuché reír y susurrar y volvieron a la habitación hablando sobre mí:
“¿Este pobrecito sigue dormido?”
“Creo que sí”
“Ni se ha movido”
“Mañana se lo contamos”
Se metieron en la cama, escuché como sus bocas se besaban, sus lenguas jugaron un momento y yo tenía unas ganas enormes de que me lo contaran al día siguiente.
Tardamos poquito en quedarnos dormidos de nuevo.
Debieron pasar unas pocas horas, cuatro o cinco como mucho, Fran se levantó, pero Mikel y yo nos quedamos un ratito más en la cama, pura pereza, abrazados, medio dormidos, desnudos; apenas entraba luz por la ventana y nos acariciábamos despacio el uno al otro, despacio pero sin cesar.
Terminar de leerlo y darme cuenta de una mancha en el calzoncillo
ResponderEliminarEso me lo tomo como un halago en toda regla, muchas gracias!!
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