DESCATALOGADO

 

 Fotografía: @ojkosme

 

No hay conversación posible,

no hay fuerzas, ni réplica ni respuesta,

solo el deseo de olvidar, tachar, ahogar,

desvalorizar y descatalogar - te.

 

No hay manera humana de dar color,

ni valor ni atrevimiento, no hay deseo,

porque ya no lo había, pero se murió,

desaparece, se pierde, se va, y se fue.

Cuando ya nada más podía ocurrir,

cuando ya todo tenía que pasar y no volver,

cuando ya nada ni nadie se acordaba de ti,

un recuerdo, importante sí; se acaba de ir.

Para que se acabara de ir, tuvo que volver,

y volvió, solo un poquito, solo una pizca,

para dejar claro, a voces, que se tenía que ir,

porque en realidad, nunca debió estar, ni ser.

Los detalles no los cuento, ojalá ni siquiera fueran,

las mentiras ya no duelen, ya no dolían y ya no dolerán,

pero las lágrimas aún se sienten años después,

¿volviste? para decir adiós, no; para decirte adiós.

A las almas rotas ya no les duele tanto, casi ni duele,

la diferencia es un par de golpes más, solo un par,

para romperlas en unos pocos de miles más de añicos,

y qué mas da, piensas tu, ¿verdad? qué mas da.

 

Ni infidelidades, ni mentiras duelen, duelen puñales,

los puñales lanzados con certeza, con atino y con rabia;

años después se caen y las heridas curan; se van a curar;

puñales de culpa se cayeron, porque pude no ser yo.

Vistiendo tu lengua de palabras falsas y fantasías,

vistiendo tu lengua de crueldad, fuera hacia quien fuera,

vistiendo santos y vírgenes, cofradías como refugio y,

la penitencia más divina es el remordimiento y conciencia.

La incapacidad para decir la verdad trae dolor, mucho,

extraordinariamente trae sufrimiento, que se revuelve,

vuelve a donde salió la mentira, vuelve, vuelve a ti,

vuelve al veneno y a quien mordió la manzana y saboreó.

Mentiste, mientes, mentirás y yo, ni odio ni rencor,

a pesar del intento de destrucción del alma y lo demás;

cruel y deliberado, tan lejos de aquel torpe y absurdo;

tantos años después, qué maravillosa casualidad.

Tu nombre, recuerdo borroso de lo que al final nada fue,

escondiéndote detrás de lo divino, en lo alto de la montaña,

a varios metros de altitud, rodeado de aromas, frío,

y malas acciones, malas acciones, malas acciones.