MANUAL DE CÓMO SENTIRSE SOLO
Éste es el perfecto manual de usuario, de cómo sentirse solo, a pesar de estar rodeado de gente en una gran ciudad, donde millones de personas te rodean y no se detienen ni un solo segundo.
Una ciudad que se mantiene viva las 24 horas de cualquier día puede llegar a ser el lugar más solitario del mundo.
El ser humano se ha vuelto retraído, introvertido, egoísta, callado, adicto y encerrado en costumbres absurdas. No atiende a las personas que tiene delante, y lo más importante, no empatiza, no tiene en cuenta los sentimientos y circunstancias del individuo más cercano. El ser humano se ha vuelto cruel por naturaleza, inhumano, se muestra indiferente ante el llanto del prójimo.
Se refugia en la posesión del don de la sinceridad, sin tener en cuenta lo que antiguamente llamaban respeto a los demás, sin tener en cuenta el dolor que puede provocar.
¿Sincericidas?
La primera de las dos principales Hipótesis que hay que tener en cuenta y que se justificará más adelante en este propio Manual, dice que:
"No es necesario estar solo para sentirse solo".
La segunda Hipótesis nos dice que:
"A pesar de tener la compañía de otra gente, ésta tiene la desinteresada capacidad de hacerte sentir solo".
A continuación se explicarán detalladamente las dos Hipótesis citadas como base principal y fundamente de este Manual, junto con otras Premisas que son condicionantes, para que éstas se cumplan.
Podemos dar entrada a una de esas premisas con los siguientes versos:
"Te has perdido quién soy,
lo que estaba dispuesta a entregarte.
Te has perdido quién es
la mujer que ahora tienes delante (…) "
Te has perdido quién es
la mujer que ahora tienes delante (…) "
Vanesa Martín.
De forma generalizada, siempre me fallas y soy yo quien tiene que dar vueltas para arreglar este entuerto que tu has grafiteado a deshoras, y en este momento, dejas caer sobre mí la responsabilidad de maquillar la situación, disimularlo todo y actuar en un teatro distinto cada día, a veces con la platea llena de caras desconocidas y otros días está completamente vacía.
Estando contigo tengo a la soledad como única amiga, a la que puedo contarle cómo me siento y ella me gana, me hace suyo. Apoyo mi cabeza sobre su hombro y me permite llorar.
Durante un rato me siento relajado, y por unos segundo siento que puedo, creo que puedo, hago el esfuerzo, pero no, no tengo fuerzas; y lo mejor de todo, no voy a tenerlas, lo único que alcanzo a verbalizar es:
"Te has perdido quién soy"
Gracias Soledad porque sin ti no sería capaz de ser capaz ni siquiera de articular esas pocas palabras.
Me gustan los días normales porque es cuando menos te echo de menos, son esos días que yo mismo me digo:
"Recuerda lo que te dijo la soledad"
Entonces me calmo sin necesidad de que me acorralen para hacerlo.
Orgullo, despecho, tristeza, ira, decepción... Son las bases de otra Premisa que, sin razón te lleva a decir:
"Si me olvidas vivirás tranquilo,
tendrás planes y proyecciones.
Si me olvidas no habrá remolinos
de altibajos de emociones,
porque el momento de encontrarnos
llegó en plena tormenta (...) "
Vanesa Martín.
Ahora soy yo quien quiere dejarte ir, para tu bien, para el mío y para que la tormenta no llegue a ser tempestad, y entonces, me vuelvo a ver rodeado de gente desconocida y me pregunto:
"¿Alguna vez hubo alguien conocido? "
No me importa tu bienestar, ni tu opinión, ni siquiera tus sentimientos; simplemente quiero que te olvides de mí, sé que te irá mejor sin mí, créeme.
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Los colores del cielo al atardecer son cálidos, incomparables a cualquier otro, se siente como cuando haces lo que quieres con mi corazón, sin embargo, no se siente como cuando hago lo que quiero con tu corazón, porque yo me lo tomo de manera personal.
"Voy a cuidar de tu corazón como si fuera el mío propio,
voy a cuidar de tu corazón como si fuera tuyo y de nadie más"
Todo está lleno de matices coloreados, ¿no los ves?, todos tienen en sus ojos reflejado el color de su alma y te das cuenta de ello cuando realmente te fijas, cuando de verdad estás viendo que todas las almas cuidan solo de sí mismas, a veces se cuidan entre ellas, en grupos muy reducidos, porque se hicieron cómplices, o por simple simbiosis.
Hipótesis 1:
La superpoblación alrededor de un individuo débil va a tomar la tendencia de aislarle, por el mero hecho de ser débil, de ser especial, también si en su caso es feliz, o parecerlo, por el mero hecho de tener un color de alma distinto; será un individuo aislado como si de una especie rara se tratara, a la que muchos observan, pero nadie se atreve a tocar.
Un color de alma distinto, rodeado de muchos colores iguales, es condición necesaria y suficiente, para vivir en un planeta desierto lleno de gente.
"La gente en Madrid es muy hospitalaria y sociable, te acogerán con los brazos abiertos", me dijeron antes de llegar con mi maleta para quedarme; toda mi vida recogidita en una maleta, porque no tengo más, he ido dejando cosas por el camino porque llevarlo todo encima es demasiado peso. Madrid puede ser tan desolador como el desierto más grande del mundo, por contra, sin más remedio, aprendes a vivir sin respirar.
Crees conocer gente, incluso les consideras amigos, a pesar de ser muy seria esa palabra, pero entonces, te dejan solo en un bar, otras veces ni siquiera recuerdan que vives en la ciudad y en sus tardes de ocio no te conocen.
En otras ocasiones, simplemente ocurre lo más sencillo, no contestan a tus llamadas y mensajes.
"Ojos que no ven, corazón que se parte en mil añicos"
En ésto precisamente se basa la segunda Hipótesis que se nombró al inicio de este Manual.
Hipótesis 2:
Si es tan sencillo, gratuito y perezoso hacerte sentir invisible o insignificante, ¿para qué me voy a molestar, o destinar le más mínimo esfuerzo en hacerte sentir especial?
Rodeado de perfectos desconocidos, a los que ya has saludado otras ocasiones, incluso pasaste una noche por su cama; pero son desconocidos, del tipo de los que apenas cruzas la mirada en la calle.
¿Es una fase acaso, que toda persona debe pasar? Probablemente sí.
¿A quién se puede recurrir en esa situación? ¿A quién le puedo contar lo que es la soledad?
Porqué sí, es cierto que, cada cual tiene su propia definición y experiencia acerca de la soledad. Tarde o temprano se pasa por ello.
¿Procede suplicar compañía? ¿Pagarla? ¿Negociarla? ¿Simplemente pedirla?
"Érase una vez este maldito cuento,
aún sigo creyendo en el polvo de las mariposas,
no quiero unas alas que vengan ya rotas,
el mar siempre supo guardarme el secreto (...)"
Vanesa Martín.
Todo llega para irse, todo es fugaz, todos estamos de paso por la vida de los demás, pero... ¿Y cuando te hace llorar al besarte muy lento? ¿Y si te dan escalofríos cuando te acaricia? ¿Y si de repente descubres que has estado hablando solo?
De todo eso, ni siquiera se habrá dado cuenta porque ya estará lejos, muy lejos; tan lejos que le verás pasar a tu lado sin mirar.
¿Recuerdas cuándo nos conocimos? ¿Cómo nos conocimos? ¿Y todos aquellos besos? ¿Tú te acuerdas Soledad?
Luego crees tener poder para hablar de mí o hablar por mí; te sientes poderoso decidiendo por mí. ¿Es por tí o por mí? No te atrevas a volver a hacerlo, tuviste un instante ese poder y seguidamente renunciaste a él yéndote lejos, tan lejos que te vi pasar por mi lado sin mirar.
Una mente melancólica, que se refleja en la mirada, justo donde se ve el color del alma; pasea por la gran ciudad despacito, disfrutando de todo lo que ve pero a un ritmo frenético, si vuelves mañana, nada será igual.
Las relaciones personales en una ciudad tan grande son tan impersonales y tan irreales que sólo existen figuradamente, porque parpadeas y ya no están, se han ido, les has dejado ir, ¡que descuido!
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Por contra, al otro lado del planeta tienes tus raíces, que te vieron crecer desde que apareció como magia el color de tu alma, y que voluntariamente has dejado atrás pero están en tus bolsillos todos los días, jamás te los dejas olvidados en casa.
Aquello no fue más que un hecho fortuito.
Luego llegas a casa, abres una botella de vino D.O. de la tierra de donde vienes y te tumbas en la cama, con la copa en la mano, apenas con los ojos abiertos, y se siente una paz, una calma, entras en un microestado rosa chicle de felicidad.
"¿Para qué necesitas a alguien más?"
Tengo ese vino que sabe a la tierra de dónde vengo, que tiene ese tacto de cuando era niño, ese aroma de cuando jugaba en la arena de la playa y me siento feliz.
Mirando el techo infinito, jugando a adivinar la forma de las nubes que van siendo arrastradas por una brisa suave y delicada, la misma que rozaba mi cara cuando era niño y tenía las mejillas gorditas y sonrosadas; ahora son huesudas y pálidas porque odio pasear bajo el sol, porque es preciso conocerme a mí mismo.
Otro trago de vino y la sonrisa será natural y espontánea, pensando que el resto de la humanidad se lo está perdiendo, el resto de la gente no tiene esa copa de vino en la mano, ni está viendo esas nubes con forma de algodón de azúcar.
Luego me quedo dormido mientras sonrío, con la copa en la mano derramada en las sábanas, como si de un charco de sangre se tratara, pero con olor a roble y matices de frutos rojos y hierba mojada en otoño, ese petricor válido y especial cuando el suelo está cubierto de hojas ya secas en otoño.
Mis pulsaciones bajan mientras duermo, tranquilo y sonriente, porque soñé conmigo, con mi niñez, con lo más dulce que probé en toda mi vida.
"Tus besos que ahora vuelan lejos y son de algodón de azúcar"
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