TRILOGÍA SOBRE EL AMOR. Capítulo 4.


            Por sorpresa Mikel se levantó, me dejó solo de rodillas durante unos pocos segundos, no sé dónde se metió porque yo seguí concentrado en lo mío, pero volvió pronto, me agarró de un brazo de forma que me vi obligado a sentarme en el sofá, noté su mano resbaladiza, agarró fuerte a Fran, le colocó de pie frente a mí obligándole a agacharse de forma que su cara cayera sobre mi entrepierna, le bajó de un tirón el pantalón hasta las rodillas y colocándose detrás de él, le dio un empujón.

            Tengo mis dudas de que el grito que se escuchó fuera de dolor porque, fue inmediatamente seguido de gemidos y gruñidos que claramente eran de placer.

            No sé muy bien cómo pero pasamos de ser claramente dos “sumisos” desnudos arrodillados, a ser el que vestía el uniforme el “sometido” por nosotros dos.

            Pocos minutos después era yo el que estaba detrás empujándole mientras él seguía con el pantalón por las rodillas y el resto del uniforme intacto.

Durante un rato puede que perdiéramos el control, dos besándomos, para uno que solo podía gruñir y aguantar la que le estaba cayendo.

            Llegó un momento en el que Fran pidió parar y no nos quedó otra opción que hacerlo así, pero habríamos seguido mucho más tiempo si no nos hubiera interrumpido.

            “¿Qué es - lo que - acaba de pasar?”, dijo Fran entrecortadamente mientras los tres respirábamos intensamente.

 

“¿Qué es lo que acaba de pasar?”, volvió a preguntar.

Nos echamos los tres a reír mientras respirábamos entrecortadamente por el cansancio y la intensidad de lo que había ocurrido durante… no sé cuánto tiempo, la verdad.

“¡Qué hijos de puta!”, respiraba, “¡ésto no era lo que yo tenía pensado!”, respiraba, “mi idea era follaros yo a los dos con el uniforme puesto!”, respiraba, “no al contrario”, volvía a respirar.

Nosotros dos no podíamos parar de reír, esforzándonos por respirar y sentándonos en el sofá mientras él se quitaba el uniforme, rápido, tirándolo sobre la mesa, pero no con actitud agresiva o de enfado, ni mucho menos. No ocurrió lo que él tenía pensado, pero era evidente que tampoco fue desagradable, más bien manifestaba sorpresa y nosotros no podíamos parar de reír.

Se sentó desnudo de nuevo en el sofá, entre nosotros Mikel y yo, le abrazamos, le besamos, le acariciamos… durante unos minutos fuimos tiernos con él, se lo había ganado, y creo que se sintió igual o más importante en ese momento que, cuando estábamos empujándole fuerte contra el sofá.

Disfrutamos tanto de ese momento los tres, desnudos, sentados en el sofá, dándonos besos, caricias… caricias y mordiscos suaves en el cuello. Para mí fue tan excitante como el rato anterior.

“¡Joder, estos dos tíos me gustan, me gustan mucho!”, pensé para mí solo, y eso me ponía nervioso. Me dejaba llevar, pero me ponía nervioso en algunos momentos, sus miradas me intimidaban.

Durante un rato nos relajamos, hablamos tranquilamente, nos reíamos, nos besábamos. Yo me sentía en un particular paraíso cuando, de repente escuché de voz de Mikel:

“¿Puedo probarme tu uniforme?”

Y se hizo el silencio.

Nos miramos los 3, nos levantamos a la vez y se vistió con el uniforme de Fran y la verdad, estaba espectacular, mi pregunta fue:

“¿Este uniforme le queda tan bien a todo el mundo?, porque la misma talla no usáis, pero os queda bien a los dos”, las risas y las miradas cómplices de ese momento eran mis delicias.

Repetía la misma pregunta en mi mente otra vez:

“¿Por qué me gustan tanto los dos? No podría elegir entre ellos ahora mismo”, y yo mismo me respondía también en mi mente:

“No elijas imbécil, disfruta el momento que tienes ahora”

La verdad es que, no ocurrió lo que creo que los tres imaginamos cuando Mikel dijo que quería vestirse con el uniforme, no, no le ocurrió lo mismo que a Fran; el subidón del momento en que Fran apareció con el uniforme no fue igual, además, nosotros dos ya le habíamos dicho que queríamos verle alguna vez con su uniforme, ya nos había enseñado alguna foto, así que cuando apareció con él puesto fue como, hacer realidad una fantasía a dos bandas.

Charlamos mientras se probaba el uniforme, tomamos algo de beber y Fran me dijo:

“¿Por qué no te lo pruebas tú?, a ti debe quedarte incluso mejor.

La verdad es que al principio me dio un poco de vergüenza, pero una vez puesto el uniforme, en el espejo no me veía nada mal y al parecer a ellos tampoco les desagradó porque… yo me lo puse, pero ellos me lo quitaron y yo… yo simplemente me dejé llevar… una vez más.

Me dejé llevar, como mi mente me estaba diciendo continuamente, me dejé llevar. Me desnudaron, volviendo a dejar el uniforme tirado sobre la mesa y entre besos y empujones me llevaron a la habitación, a oscuras, sin luz, sin apenas ver nada porque la única luz que llegaba a la habitación era la del salón.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. De eso se trata siempre, disfrutar el momento, cada día, cada segundo, con quien tenemos cerca, con quien nos quiere y con quien queremos. la palabra amor es muy amplia, pues vamos a aprovecharla.

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