TRILOGÍA SOBRE EL AMOR. Capítulo 1.
Le llaman poliamor los modernos, los clásicos no le ponemos nombre, simplemente te extrañas de lo que sientes y te dejas llevar.
Éramos tres forasteros en casa ajena, nos entendimos los tres con la mirada al darnos cuenta de que Juan estaba empezado a estar un poco incómodo en su propia casa a pesar de que los tres íbamos detrás de su rol de pasivo, o tal vez por eso se agobió. Nos vestimos y dejamos a Juan solo, salimos de allí con la fresca y la cuestión fue: ¿Nos vamos a dormir o nos tomamos un café y nos enamoramos?Nos fuimos los tres a desayunar a su casa, aunque sabíamos que el desayuno no iba a ser un café y tostadas; alargamos la compañía y la conversación todo lo que pudimos. Compartimos unas cervezas entre los tres y seguimos con lo que se nos había quedado a medias en casa de Juan, ninguno de los tres nos quedamos con la sensación de haber terminado… queríamos más y tuvimos más y mucho más. Los ojos rojos, las pupilas dilatadas, las sonrisas permanentes y nos quedamos prendados el uno de los otros.
Pasó lo que tuvo que pasar, sexo, amor, sexo, amor, sexo, amor…. Yo ya no distinguía entre una cosa y otra, ¿habéis dormido alguna vez los tres juntos, con ganas de llorar por lo feliz que os habéis sentido? Esa era mi sensación, felicidad. Era
tan excitante… cuando nos vinimos a dar cuenta estábamos los tres despiertos
sudando de nuevo. Estábamos como poseídos y volvimos a perder la noción del
tiempo. De nuevo más sexo, más amor y más sexo y más amor.
No recuerdo cuándo mi cuerpo volvió a caer rendido, aunque sí notaba sus besos, sus palmetazos en las nalgas y sus empujones; mi cuerpo se entregó a ellos y a mí ni me respondía. Tenía una sensación de bienestar que nunca había tenido. Me sentía arropado, protegido, cuidado y mimado. Deseaba estar así el resto de mi vida.
Era una sensación
de bienestar, de estar cuidado, de sentirme querido… lo que no había sentido
con un hombre solo… lo sentí con dos a la vez, ¿qué significaba esto? ¿esto iba
a ser para siempre? ¿qué podía saber yo? Me limité a experimentar, a vivir, a
formar parte de una heterosexualidad curiosa en la que todo nos lleva a
experimentar… es bonito experimentar y en base a la experiencia, decir: “me
gusta” o “no me gusta”… o ni siquiera es necesario decidir si te gusta o no,
solamente con decir si tienes más curiosidad o no… es suficiente.
A mí me creó grandísima curiosidad, de repente mi interés por el mismo sexo apareció como de la noche a la mañana, pero otra cosa es que yo dejara aflorar esos sentimientos… sentía que tenía que aguantarme la gana, que tenía que reprimirme, digamos que… que no dejé aflorar la naturalidad del sexo, lo natural del amor, la raíz humana y animal que nos sale.
Había
experimentado alguna vez con hombres, pero nunca en grupo y aquel día, el
primer día de una nueva forma de ver el amor en mi vida, cuando tenía que irme
a casa, casi lloro mientras me vestía para irme, me até los cordones de las
zapatillas con los ojos vidriosos.
Nos despedimos los tres, nos dimos los números de teléfono; tuve que esforzarme por recordar sus nombres para agendarles en mi móvil y me marché a casa paseando, contento porque al parecer, los tres queríamos vernos más veces; pude haber cogido el metro, pero preferí caminar los treinta minutos que tenía de trayecto caminando para asimilar lo que me había ocurrido, lo que había sentido al fin y al cabo.
Impresionante amor entres tres, se puede querer? Quien a dicho que no, no mandan los ojos, ni el sexo manda el corazón.
ResponderEliminarSiempre se ha dicho que el amor entiende y siente cosas que la mente no, o al menos le pueden costar más. El corazón es el que sabe de sentimientos, pero no entiende de razón.
EliminarGracias por comentar.