MADAMA BUTTERFLY

Cartel Madama Butterfly, Giacomo Puccini

    Vi un cartel de la Ópera Madama Butterfly, Puccini en cartel en la Gran Vía.

    Imaginé por un momento que tenía una entrada y un traje elegante para ir a verla.

    Esa misma tarde fui paseando hasta la puerta de la Ópera de Valencia, cerré los ojos y volví a soñar que estaba en uno de esos palcos lujosos viendo la ópera, con mi traje elegante y disfrutando de ello con un gusto sublime, disfrutándolo más que nadie.

    Cuando abrí los ojos, admiré el gigantesco edificio, me di media vuelta y volví paseando hasta casa, me di una ducha caliente con mucho gusto por lo que pensaba disfrutar a continuación.

    Me encerré en mi habitación y me vestí con lo más elegante que tenía en mi armario; leí sobre la historia de amor, triste, desgarradora y sentimental, más que ninguna otra. Conecté los altavoces y sentado en aquel sillón viejo de mi escritorio escuché Madama Butterfly con los ojos cerrados.

    Era lo más cerca que iba a estar de verla y era la forma en la que podía saber si me gustaría o no, por lo de “para la ópera no hay punto intermedio, o te seduce o la detestas”.

    Creo que nunca me sentí tan embaucado, tan enamorado; me sedujo sin escrúpulos y yo me dejé seducir como cuando a un niño pequeño le ofreces una piruleta. Fue la primera ópera que escuché y hasta ahora mi favorita.

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